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Así es. Dentro de 50 años estaremos rodeados de tendencias, de tensas modas tendentes a provocar tensión irracional. Estaremos inmersos en la venta de ideas comprimidas que se disfrazarán de originales y efervescentes palabras. Afortunadamente el mundo también se habrá vuelto más exigente y no permitirá ventas fraudulentas de conceptos.
El que no piense por sí mismo, se verá inmerso en la marabunta de pensar como piensan todos los demás.